ASOCIACIÓN NACIONAL DE AYUDA SOLIDARIA

ASOCIACIÓN NACIONAL DE AYUDA SOLIDARIA

martes, 8 de marzo de 2011

EL ORDEN NATURAL DE LAS COSAS: A propósito del Día Internacional de la Mujer.


Las mujeres siempre hemos cargado a cuestas la cruz de pertenecer al sexo, mal llamado, débil. Alguna que otra afortunada dirá que nunca ha sufrido por su condición femenina, pero esto es debido a que  se conforman con el papel que la sociedad nos ha impuesto. Es decir, muchas aceptan con orgullo que es mejor estar casada con un hombre al cual hay que complacer todo el tiempo, porque según ellas, “complacer” al hombre es una obligación de la mujer y no un deber mutuo. También se sienten plenas de ver cómo el marido, convenientemente, se transforma en un niño más a quien la esposa-niñera debe cuidar y atender. Pero ellas se sienten plenas con su niño grande y, aún, no se dan cuenta que una no se casa para ser mamá, se casa para tener al lado un compañero, una mano derecha y un marido dispuesto a complacerla a una  también en la cama. Sí, ellos también deben complacer a la mujer, no es cierto que debamos aguantar hambre para vernos flacas y bañarnos con todos los productos que el mercado, tan condescendiente, fabrica para nosotras, haciéndonos creer que debemos lucir lindas para ellos.

Según los roles impuestos arbitrariamente por la sociedad patriarcal, nuestro deber es complacer al hombre, pero aún así, desde el nacimiento, muchas mujeres han sido rechazadas por sus propios padres y por la misma sociedad de la que estamos hablando. En la Costa Atlántica de nuestro país, los hombres sólo desean tener hijos “machos”. En la India, por ejemplo, muchas  mujeres han sido maltratadas y hasta quemadas por sus maridos por no parir hijos hombres. Y, sin ir más lejos, ¿de qué creen que hace  apología la famosa canción de Cuco Valoy que dice: “Nació varón”?

Otra imposición social y para algunas personas con pensamiento machista, este es “el orden natural de las cosas”, las mujeres en nuestra sociedad, somos educadas, desde niñas, como una mujer “hacendosa”. No me atrevo a generalizar, pero en muchos hogares de la Costa Caribe colombiana, cuna del machismo, aún se ven estos casos. En esta zona de nuestro país, se les inculca a las niñas, desde muy pequeñas, que deben ser mujeres “hacendosas” con el único fin de tener más probabilidades de conseguir marido en la edad adulta. Frases como “ya sabes cocinar, ya te puedes casar”, son típicas por esos lados. Y, además, esto es universal, nos han impuesto la culpa, nos han hecho creer que debemos sentirnos culpables si somos más inteligentes y hacemos algo mejor que ellos y, es por eso, que a veces les sonreímos demasiado, como pidiendo disculpas por nuestras capacidades femeninas.

Aparte de todas estas imposiciones absurdas, hay algunos asuntos no menos trágicos con los cuales tenemos que lidiar.  Primero que todo, tenemos el  temido período menstrual que a su vez, viene acompañado de un mal aún peor: SPM. Para los que no saben: Síndrome pre-menstrual, acompañado, en su grado más severo, de depresión, irritabilidad, insomnio, fatiga crónica, dolor de cabeza, dolor mamario y pelviano, frigidez, distensión abdominal, retención de líquido, problemas cutáneos, ojeras, hipoglicemia, etc. Pero estos síntomas, para algunos señores que ignoran las dolencias de exclusividad femenina, son sólo una excusa de nosotras para no atenderlos o montarles cantaleta y, en lugar de ponerse en nuestros zapatos, nos tildan de locas y neuróticas y algunas amas de casa se ganan el injusto título de perezosas o, en el peor de los casos: frígidas. 

Luego tenemos el embarazo, seguido de su meta final: el parto. Para nadie es un secreto que llevar por  nueve meses un pequeño ser en el vientre, es algo monstruoso. Soportar las primeras molestias del embarazo, como las náuseas, los mareos, los dolores de cabeza, la constipación, etc., no nos dejan muchas ganas de ser las dulces mamás que debemos ser “porque es lo más natural”.
Y ¿qué decir del parto? No hay acto más sangriento que ese crudo momento. Una madre doblándose de dolor y una criatura sufriendo su primer trauma: abandonar el vientre materno, donde está muy cómodo, para llegar a este mundo cruel. Y lo peor, si es niña, aguantarse la mala cara del papá machista que deseó hasta el último momento, que la criatura fuese todo un varón, aún a sabiendas de que la ecografía tiene un margen de error bastante bajo.

Pero, insisto, que las mujeres tengamos que someternos a la voluntad de la mayoría de los hombres y, que además, estemos obligadas a ser madres para prolongar la especie machista, no es “el orden natural de las cosas”. No en vano  muchas mujeres defendieron nuestros derechos, tales como: Clara Zetkin, quien luchó por la igualdad de derechos y el derecho al voto y, además, fue ella la que decidió que a partir del 8 de marzo de 1911, dicha fecha se considerara el "Día Internacional de la Mujer o "Día de la Mujer Trabajadora"; Olimpia de Gouges, quien  publicó en septiembre de 1791 un manifiesto titulado La Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana; Ana María Mozzoni quien inició, tras la unificación de Italia en 1870, la lucha contra la discriminación de la mujer en el recién nacido estado; Flora Tristán, quien en Francia emprendió una campaña a favor de la emancipación de la mujer; Mary Wollstonecraft, que  en su obra más famosa, Vindicación de los derechos de la mujer (1792), afirmó que el ideal del matrimonio reside en la afinidad intelectual y abogó por la igualdad educativa y de oportunidades para ambos sexos. Y ni qué decir de nuestras compatriotas Juana Julia Guzmán, María Reyes de Mulato, Betsabé Espinal, María Cano, Ofelia Uribe, Esmeralda Arboleda, Yira Castro, entre  muchísimas otras damas a quienes les hago un merecido homenaje, hoy día de la mujer, por haber luchado aguerridamente con el fin de hacer valer nuestros derechos y asegurarnos un merecido lugar dentro de la sociedad. 

 

Y toda esta lucha como para que en pleno siglo XXI, muchos hombres, con la colaboración de muchas damas, aún conserven el absurdo pensamiento de que las mujeres sólo servimos para cocinar, lavar, planchar y parir. Es cierto, no sólo lo hacemos, porque a veces nos toca y no le sacamos el cuerpo al trabajo, sino que al mismo tiempo podemos ser profesionales, madres (si lo decidimos, porque no es obligación), esposas, amas de casa y hasta nos maquillamos  mientras conducimos, actividades paralelas que un caballero difícilmente podría realizar. 

Es nuestra naturaleza, estamos hechas de acero y sí, podemos con todo, pero no porque tengamos que complacer a los señores. Y por eso muchas apoyamos la liberación femenina, no para buscar una igualdad física y competir a ver quién puede más, sino para exigir derechos de igualdad de condiciones en todos los espacios que compartimos, pero, sobre todo, en la casa y en el hogar. ESTE ES EL ÚNICO ORDEN NATURAL DE LAS COSAS.

RENATA

lunes, 7 de marzo de 2011

ALEJANDRA CAMARGO CABRALES. ¿Un caso Más?

Para su madre y familiares, que aún la lloran cada 11 de junio, día de su injusta muerte, ALEJANDRA no es un CASO más. Ella vive en sus corazones y la recuerdan como a una niña inteligente y con una conciencia social, que brilla por su ausencia en la mayoría de los colombianos.

Alejandra vivía en un barrio de estrato bajo de Montería, donde la mayoría de habitantes son obreros asalariados: explotados y oprimidos. Compartía a diario con niños pobres, menos favorecidos que ella. Esta niña, cuya conciencia social no la “recogía del piso”, era privilegiada gracias al esfuerzo de su madre y abuelos por brindarle, dentro de lo posible, una buena educación y una alimentación balanceada.

Pero a Alejandra no le importaban los esfuerzos de sus progenitores, pues sólo pensaba en los menos afortunados: sus vecinitos, los niños con los que compartía cada día de su vida. Su mejor amiga era Mime, una desafortunada coetánea. Como Alejandra, Mime era hija de madre soltera. Pero la madre de Mime no tuvo acceso a la educación, así que sus oportunidades laborales eran ínfimas. Así, si Mime desayunaba, no almorzaba ni comía. Pero Alejandra notó, con demasiada preocupación para su edad, que no era justo ver sufrir a una niña por hambre, y que lo que en su casa abundaba, en la de Mime faltaba sin justicia divina. Y, para que su amiguita no sufriera por la escasez de alimentos, Alejandra la invitaba a su casa, cada tarde, y le ofrecía su comida. Esta niña, tan pequeña entonces, se “sacaba la comida de la boca” para satisfacer una necesidad básica insatisfecha de otra niña.
El altruismo precoz, Alejandra lo heredó de su abuelo: RENÉ CABRALES SOSSA. Quien fue el presidente del sindicato de trabajadores de la Universidad de Córdoba hasta el momento de su mayor desgracia, la noche del 10 de junio de 1996. Noche en que lo sorprendieron con una ráfaga de plomo donde residía con su mujer, su hijo, sus hijas y su nieta Alejandra en aquél olvidado barrio de Montería.

René no esperaba que la recompensa por defender los derechos de los obreros explotados fuera la muerte de su amada nieta. Siempre actuó como Jesucristo, repartiendo pan al hambriento y agua al sediento. Pero sus misiones, muchas veces, eran quijotescas. Se convirtió, así, en la piedra en el zapato para los sanguinarios miembros de las AUC. Paramilitares y narcotraficantes, quienes robando y asesinando a los más débiles, se apoderaron de Córdoba. También hicieron numerosas masacres (Mapiripan, El Aro, La Gabarra, El salado) comandados por “el mono Mancuso” o “triple cero”, apoyados por el ejército y otras instituciones del estado colombiano. Dejaron campesinos sin su tierra, a madres sin hijos y mujeres sin marido. No les importaba. Sólo deseaban tierras y poder.

Luego estos exterminadores se metieron en la Universidad de Córdoba para adueñarse de esta entidad del Estado. René quiso impedirlo como muchos otros voceros del pueblo. Fue inútil. Sus deseos de redentor lo hicieron crucificar. Se convirtió en objetivo militar para el gran verdugo: SALVATORE MANCUSO. Este, sin misericordia (palabra que desconoce) dio órdenes de matarlo en su casa con toda su familia. Pero René se salvó, el resto de su familia también. Fue Alejandra quien no escapó al destino: una bala en la cabeza cegó su vida y sus deseos de defender, como su abuelo, los derechos de los menos favorecidos en esta sociedad que se derrumba en silencio ante los ojos indiferentes de la mal llamada justicia.

ALEJANDRA CAMARGO CABRALES pasó de ser una niña altruista, a ser un delito más de los NARCOPARAMILITARES, apoyados por el estado colombiano.

COMUNICADO DE SOLIDARIDAD CON LA SENADORA PIEDAD CÓRDOBA.

Para los colombianos no es un secreto que el sector de la ultraderecha, al resultar comprometida en la escándalosa Parapolitica, necesita opacar este hecho con unaFarcpolítica. Es necesario entonces, para el régimen, acudir a la persecusión descarada a los opositores del gobierno; quienes son señalados y estigmatizados por el hecho de exigir una solución negociada del conflicto y disentir las politicas de estado.

El pasado 27 de septiembre del año en curso, el Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez, bajo argumentos de poco peso, tomó la decision de sancionar disciplinariamente a la Senadora por el Partido Liberal Piedad Córdoba Ruiz,  por supuestos nexos con las FARC. La senadora será destituída de su cargo por 18 años, lo cual la inhabilita para ocupar cualquier cargo público. Argumenta el Procurador, que la parlamentaria se extralimitó en sus funciones y en la autorización recibida por el Gobierno para gestionar el intercambio humanitario.

Es por eso que la ASOCIACION NACIONAL DE AYUDA SOLIDARIA, ANDAS (Bogotá) se pronuncia y rechaza la injusta persecusión de la que ha sido víctima la senadora liberal y expresamos nuestra más firme solidadaridad.


Piedad Córdoba Ruíz ha sobresalido en el transcurso de su brillante carrera como Senadora de la República, como una defensora acérrima de los derechos humanos. Ha sido un gran apoyo para las minorías étnicas del país que tanto han sufrido la injusticia y la exclusión, ha defendido los derechos de la mujer y de los LGBT. Está a la cabeza de Colombianos y colombianas por la paz, con quienes ha aunado esfuerzos para conseguir la libertad de los secuestrados de las FARC, motivo por el cual fue nominada al Premio Nobel de Paz 2009. También ha manifestado su indignación en contra del programa que favoreció a numerosas familias ricas del país: Agro Ingreso Seguro y de las reformas contra los trabajadores. Es Piedad Córdoba, una de las más grandes opositoras del gobierno colombiano; esta es la verdadera causa de su injusta persecución.

Entre las supuestas pruebas que la procuraduría dice tener en su contra, se encuentran unos mensajes que se dice ella cruzó con la guerrilla, archivos provenientes de los famosos computadores de “Raúl Reyes”, miembro de las FARC, cuyo campamento fue bombardeado durante la Operación Fénix. Acto ilegal donde se irrespeta la soberanía del vecino país: Ecuador. En dichos mensajes se menciona a un personaje femenino llamado “Teodora”, “Negrita” o “Teodora de Bolivar”, el cual se relaciona con la senadora Piedad, de manera que sólo un colombiano ingenuo y desprevenido puede llegar a creer.

Es esta ingenuidad, ceguera o influencia mediática la que ha conducido a un gran porcentaje de colombianos a aceptar de forma fácil la realidad manipulada por los dueños del poder en nuestro país; ignorando que la disidencia es un derecho de cada ciudadano y no una razón para ser estigmatizado como terrorista.

Inquisición, Caza de brujas, Ku Klux klan, persecución a defensores de derechos humanos, sindicalistas y políticos de izquierda en Colombia, ¿es lo mismo? ¿Estamos permitiendo que se repita la historia por no conocerla? Unámonos y tomémos conciencia de los actos de injusticia que desfilan diariamente ante nuestra mirada de indiferencia; conviertiéndonos en cómplices de la injusticia social que padece nuestro país.

Primero se llevaron a los negros,
pero a mi no me importó
porque yo no lo era.
Enseguida se llevaron a los judíos,
pero a mí no me importó,
porque yo tampoco lo era.
Después detuvieron a los curas,
pero como yo no soy religioso,
tampoco me importó.
Luego apresaron a unos comunistas,
pero como yo no soy comunista,
tampoco me importó.
Ahora me llevan a mí
pero ya es tarde.
Bertold Brecht